domingo, 17 de noviembre de 2013

Amor



Amor



Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte 

la leche de los senos como de un manantial, 

por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte 

en la risa de oro y la voz de cristal. 
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos 
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal, 
porque tu ser pasara sin pena al lado mío 
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-. 

Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría 
amarte, amarte como nadie supo jamás! 
Morir y todavía 
amarte más. 
Y todavía 
amarte más 
y más.


Pablo Neruda