viernes, 28 de febrero de 2014

Desnudo femenino

Autor: Tomas Yeh

Desnudos de mujer


¡Oh la dorada carne triunfadora
de esta gentil madona veneciana,
que ha sido Venus, Dánae, Diana,
Eva, Polymnia, Cipris y Pandora!...

¡Oh gloria de los ojos, golosina
eterna del mirar, dulce y fecunda
carne de la mujer, suave y jocunda,
madre del Arte y del vivir divina!

Húmedos labios a besar mil veces...
Líneas de lujuriantes morbideces
que el veneciano sol dora y estuca... 

¡Oh el delicioso seno torneado!... 
¡Oh el cabello de oro ensortijado 
en el divino arranque de la nuca!


Manuel Machado

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miércoles, 26 de febrero de 2014

Lloran las guitarras

Autor : Zdzislaw Beksinski


ELEGÍA POR PACO DE LUCÍA


El dolor ha elegido esta elegía,
tanto duele que no sabemos cuánto,
ni dónde empieza o cuándo acaba el llanto.
para llorar por Paco de Lucía.

La tristeza del mundo la hago mía,
y a fuerza de estar triste ya no canto,
suena la voz oscura de un taranto,
se muere de tristeza la alegría.

El dolor es eterno y absoluto,
la luna es una voz que se desgarra
como un réquiem que llora entre las ruinas.

Hoy todo el universo está de luto,
y cuando Paco toca la guitarra
Dios se pone a llorar por las esquinas.

Antonio Casares
(Santander, 26 de febrero de 2014


viernes, 21 de febrero de 2014

Curvas y rectas

Autor: Man Ray

Las personas curvas

Mi madre decía: a mí me gustan las personas rectas

A mí me gustan las personas curvas,
las ideas curvas,
los caminos curvos,
porque el mundo es curvo
y la tierra es curva
y el movimiento es curvo;
y me gustan las curvas
y los pechos curvos
y los culos curvos,
los sentimientos curvos;
la ebriedad: es curva;
las palabras curvas:
el amor es curvo;

¡el vientre es curvo!;
lo diverso es curvo.

A mí me gustan los mundos curvos;
el mar es curvo,
la risa es curva,
la alegría es curva,
el dolor es curvo;
las uvas: curvas;
las naranjas: curvas;
los labios: curvos;
y los sueños; curvos;
los paraísos, curvos
(no hay otros paraísos);
a mí me gusta la anarquía curva.

El día es curvo
y la noche es curva;
¡la aventura es curva! 


Y no me gustan las personas rectas,
el mundo recto,
las ideas rectas;
a mí me gustan las manos curvas,
los poemas curvos,
las horas curvas:
¡contemplar es curvo!;
(en las que puedes contemplar las curvas
y conocer la tierra);
los instrumentos curvos,
no los cuchillos, no las leyes:
no me gustan las leyes porque son rectas,
no me gustan las cosas rectas;
los suspiros: curvos;
los besos: curvos;
las caricias: curvas.
Y la paciencia es curva.

El pan es curvo
y la metralla recta.

No me gustan las cosas rectas
ni la línea recta:
se pierden
todas las líneas rectas;
no me gusta la muerte porque es recta,
es la cosa más recta, lo escondido
detrás de las cosas rectas;
ni los maestros rectos
ni las maestras rectas:
a mí me gustan los maestros curvos,
las maestras curvas.
No los dioses rectos:
¡libérennos los dioses curvos de los dioses rectos!

El baño es curvo,
la verdad es curva,
yo no resisto las verdades rectas.

Vivir es curvo, 

la poesía es curva,
el corazón es curvo.

A mí me gustan las personas curvas
y huyo, es la peste, de las personas rectas.

Jesús Lizano

viernes, 14 de febrero de 2014

San Valentín (Sochi in memoriam)

Fotografía: Djimon Hounsou by Herb Ritts
El desnudo masculino (preferentemente juvenil) estuvo presente —con no excesivas variantes estilísticas— a lo largo de todo el mundo antiguo de tradición grecorromana. Estatuas y pinturas —aunque de éstas nos hayan llegado menos— estaban en casas, palestras, gimnasios, baños, edificios públicos, templos y, como recordé ya, múltiples objetos domésticos, más y menos lujosos. Recordemos, a mero título de aviso, que gymnós, en griego, significa desnudo. Por tanto, en el gimnasio —lugar destinado a los ejercicios que entrenan el cuerpo y en la Grecia clásica también lugar de enseñanza pública— se iba inicialmente desnudo. Y miremos las ánforas áticas de figuras rojas o negras, con escenas de simposio o actos eróticos entre hombres y efebos (la barba suele distinguir al mayor) con coitos interfemorales o la delicadeza de un copero en el banquete coronado y enteramente desnudo. (Por ejemplo en el stamnos ático de figuras rojas del Simposio del Louvre, de hacia 430 a. C.) Claro que, mucho después, ya en los inicios de la época imperial romana, podemos contemplar la llamada copa Warren (que el British Museum disimuló algún tiempo) con explícitos y muy elaborados coitos sodomíticos, entre un adulto y un joven. Lo que me interesa destacar ahí —tan de pasada— es que estamos ante objetos de uso particular y habitual, aunque la copa romana (en plata muy bien trabajada) parezca aludir a un entorno de alto poder adquisitivo. Desde luego, quedan relativamente fuera del enfoque — aunque no creo que pudiese desvanecerse por entero un cierto significado erótico de fondo— las imágenes itifálicas del dios Fascinus (tan habituales en Pompeya), símbolos de potencia y también de buena suerte que evita el mal de ojo. El bajorrelieve de un órgano masculino erecto, con la inscripción Hic habitat felicitas («Aquí mora la felicidad») no estaba en la entrada de un burdel, como algunos supusieron —aunque hubo muchos burdeles en Pompeya y Herculano— sino en el obrador de una panadería. De igual modo la muy bien conservada pintura mural, en la casa de los Vettii, donde Príapo muestra los muslos y se dispone a pesar él mismo su gigantesco pene, más que visible, obviamente no era (no podía ser) un mero reclamo de sexo o lascivia viriles, sino una imagen de la suerte y la abundancia que debían acompañar a moradores y visitantes de la rica casa.

Luis Antonio de Villena


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viernes, 7 de febrero de 2014

A medianoche

Seated man - Diane Arbus

Cuando estoy borracho, al salir a escena, realizo imprecisamente ejercicios que únicamente justifica la precisión, e incurro en el fallo más grave que puede cometer un payaso: me río de mis ocurrencias. Una terrible humillación. Mientras estoy sobrio, el miedo a salir a escena va en aumento hasta el instante en que piso el escenario (casi siempre tuvieron que empujarme para hacerme salir a escena), y lo que algunos críticos denominaban «ese humorismo reflexivo y crítico, tras el cual se oye latir el corazón», no era más que una desesperada impasibilidad, con la cual yo me convertía en marioneta; mala cosa, por lo demás, si el hilo se rompía y volvía a ser yo mismo. Es probable que se me parezcan ciertos monjes en estado contemplativo; Marie siempre viajó cargada de literatura mística, y recuerdo que allí eran frecuentes las expresiones «vacío» y «nada».

Heinrich Böll - Opiniones de un payaso