viernes, 12 de diciembre de 2014

Cartas

Fotografía: Irving Penn


Carta de Neal Cassady a Jack Kerouac 

Estimado Jack: 
Estoy sentado en un bar en Market Street. Estoy borracho, bueno, no tanto, pero pronto lo estaré. Me encuentro aquí por dos razones: debo esperar 5 horas para el autobús a Denver, y finalmente, pero no menos importante, me encuentro aquí (bebiendo), por supuesto, por una mujer y ¡qué mujer! Para ser cronológico al respecto: 
Estaba sentado en el autobús cuando se detuvo en Indianápolis, Indiana para tomar más pasajeros. ¡Una perfectamente proporcionada, bella, intelectual, apasionada, personificación de Venus de Milo me preguntó si el asiento a mi lado estaba reservado! Me atraganté (estaba borracho), hice gárgaras y tartamudeé: ¡NO! (Paradojas de la expresión, después de todo, ¿cómo se puede tartamudear ¡No!?) Se sentó ―Yo sudé― Ella empezó a hablar; yo sabía que diría generalidades, así que, para ponerla a prueba, permanecí en silencio. 
Ella (su nombre es Patricia) se subió al autobús a las 8 pm (¡Oscuro!) Yo no hablé hasta las 10 pm ―en el intermedio de 2 horas no sólo, por supuesto, determiné que la haría mía, sino también, CÓMO LO HARÍA. 
Naturalmente, no puedo citar la conversación textualmente, pese a ello, trataré de contarte la esencia de lo que ocurrió desde las 10 pm hasta las 2 am. 
Sin los mínimos comentarios preliminares (¿cuál es tu nombre?, ¿hacia dónde vas?, etc.), me conecté en una forma de hablar completamente consciente, completamente subjetiva, personal y, por así decirlo, “penetrando su corazón”; para ser más breve (pues me estoy volviendo incapaz de escribir), a los dos de la madrugada la tenía jurándome eterno amor, completamente sojuzgada a mí y a mi inmediata satisfacción. Anticipando aún más placer, no quería que ella me la chupara en el autobús, en vez de ello jugamos, así como dicen, entre nosotros. 
Sabiendo completamente mío este ser supremo perfecto (cuando esté más coherente, te contaré su historia completa y la razón sicológica por la cual me amaba), no pude concebir ningún obstáculo para mi satisfacción, pero “los mejores planes del ratón y de los hombres acaban extraviados” y mi némesis fue su hermana, la bruja. 
Pat me había dicho que su razón de viajar a Saint Louis era para ver a su hermana; había quedado en encontrarla en la terminal. Así que, para deshacerse de la hermana, espiamos alrededor de la terminal cuando llegamos a Saint Louis a las 4 am para ver si ella (su hermana) estaba allí. Si no lo estaba, Pat pediría su maleta, se cambiaría de ropa en el baño y ella y yo nos iríamos a un cuarto de hotel por una noche (¿años?) de perfecta dicha. La hermana no estaba a la vista, así que Ella (nota la mayúscula) tomó su maleta y se retiró al baño a cambiarse ―guión largo―. 
Este párrafo debe, por necesidad, ser escrito de una forma completamente objetiva.
Edith (su hermana) y Patricia (mi amor) salieron de la casa de los meados tomadas de las manos (no voy a describir mis emociones). Parecía que Edith (bah) llegó temprano a la terminal y mientras esperaba a Patricia, sintiéndose adormilada, se acostó en un sillón. Por ello Patricia y yo no la vimos.
Mis esfuerzos desesperados por liberar a Pat de Edith fracasaron, aún los sentimientos de terror y de esclavitud de Pat hacia ella se rebelaron demasiado para afirmar que ella debería ver a “alguien” y más tarde yo me encontraría con Edith. Todo fracasó. Edith era inteligente; ella vio lo que estaba sucediendo entre Pat y yo.
Bien, para resumir: Pat y yo estuvimos en la terminal (a la vista de su hermana) apretándonos el uno contra el otro, jurando no amar nunca más y luego yo tomé el autobús a Kansas City y Pat se fue a su casa, dócilmente, con su dominante hermana. ¡Ay, ay de mí!
En completo (trata de compartir mis emociones) desconsuelo, me senté, mientras el autobús avanzaba hacia Kansas City. En Columbia, Missouri, una joven (19), completamente pasiva (mi carne), virgen subió al ómnibus y compartió mi asiento… En mi abatimiento por haber perdido a Pat, la perfecta, decidí sentarme en el autobús (detrás del conductor) a plena luz del día y seducirla. Desde las 10:30 am hasta las 2:30 pm yo hablé. Cuando había terminado, ella (confusa, su vida entera confundida, metafísicamente asombrada por mí, apasionada en su inmadurez) llamó a sus viejos en Kansas City y fue conmigo a un parque (estaba empezando a oscurecer), y me la tiré; la cogí como nunca antes; todas mis emociones reprimidas encontraron su liberación en esta joven virgen (y lo era) quien es, para el caso, ¡una maestra de escuela! Imagina, ella ha cursado 2 años en Mo. St. Teacher’s College y ahora da clases en Junior High (ya no estoy pensando correctamente).
Voy a parar de escribir. Oh sí, para liberarme por un momento de mis emociones. Debes leer Las Almas Muertas, partes de ella (donde Gogol muestra su perspicacia) son como tú.
Elaboraré más adelante (¿probablemente?), pero por el momento estoy borracho y feliz. Después de todo, estoy ya libre de Patricia debido a la joven virgen. No tengo nombre para ella. Al compás de las alegres notas de Lester Young y “Jumping at Mesners” (que estoy escuchando) cierro hasta luego.

A mi hermano
¡Adelante!

N. L. Cassady

P.D. Olvidé mencionar que los padres de Patricia viven en Ozone Park y, por supuesto, como su apellido es Lague, ella es francocanadiense como tú.

Escribiré pronto,

Neal.

P.P.D. Por favor lee esta ilegible carta como una cadena continúa de pensamiento indisciplinado, gracias.

N.

P.P.P.D. Post, post, post data, sigue trabajando duro, termina tu novela y encuentra conocimiento verdadero, fuerza en la soledad y no desesperación. Incidentalmente estoy empezando una novela también, “créelo o no”. Adiós.


15 comentarios:

Juan Nadie dijo...

¡Cómo eran estos beats! ¡Tartamudear un "no"!

Tom Waits parece en esta grabación un Louis Armstrong borracho.

Sirgatopardo dijo...

El peyote, etc...

Juan Nadie dijo...

Carlos Castaneda podría hablar mucho de eso, y de hecho lo hizo.

Vale, hombre, ya te dejaré un libro de Carlos Castaneda, prologado, por cierto, por Octavio Paz. El prólogo ya merece el libro.

carlos perrotti dijo...

Hasta una carta escrita en pedo era una buena excusa para hacer arte en pedo, no al pedo. Nótese la extrema sensibilidad para crear esa atmósfera tan propia de Kerouac y todos ellos. Un simple relato tan intrincadamente complejo de emociones humanas.

La vida tenga a los beats en su santa gloria... Y no dejen afuera a Tom Waits, un beat hasta la médula.

Sirgatopardo dijo...

Eso cuánto antes...

Sirgatopardo dijo...

Ni por asomo Carlos, Tom Waits es mi animal de compañía preferido...

marian dijo...

Pues yo lo siento, no me gustan estas batallitas contadas de esa manera, aunque estén bien escritas. Que si "me la tiré" "que la haría mía" "que quería que ella...", me la tiré, etc. Me aburren soberanamente.

marian dijo...

Me quedo con el tío Tom (aunque mejor no saber qué dice la letra:)

Sirgatopardo dijo...

Totalmente inadecuadas para pudorosas ...

marian dijo...

Qué quieres que te diga, es que a mí me va el "amor" según Cortázar, no el de un egocéntrico como este señor.

Sirgatopardo dijo...

Ya estamos...

marian dijo...

Yo no, él, "...completamente sojuzgada a mí y a mi inmediata satisfacción..." Chirría por varios costados, mejor dejarlo.

marian dijo...

Ojo, el egocentrismo no tiene sexo, también hay que decirlo.

Juan Nadie dijo...

Chirría, sí. A la literatura de la generación beat lo que le ocurre es que ha envejecido mal, excepto quizá (sin quizá)la poesía de Allen Ginsberg y Lawrence Ferlinghetti, no sé si alguno más, pero en su tiempo rompieron una dinámica. Una dinámica que se había convertido ya en estática. Y plasmaron bien los cambios que estaban ocurriendo en la sociedad americana después de la Segunda Guerra. Bien está.

Sirgatopardo dijo...

Suscriiiiibo.